Una santa con mucho arte




Santa Teresa de Jesús, de José de Mora. Catedral de Córdoba, España


Carta autógrafa de Santa Teresa. Archivo de los carmelitas descalzos


Virgen del Carmen Napolitana, de Nicola Fumo (s. XVII). 
Carmelitas descalzas, Medina del Campo.


Santa Teresa de Jesús. de Gregorio Fernández (ca. 1625). 
Museo Nacional de Escultura, Valladolid, España


Sala con objetos de la época teresiana



Urna sepulcral de la Santa, en el camarín del convento de Alba de Tormes, España



Dos primeras ediciones de las obras teresianas, y las reliquias del rosario de Teresa, en Con los ojos del alma, en Alcalá de Henares, España


El bastón de Teresa, en Con los ojos del alma, en Alcalá de Henares - España


Santa Teresa de Jesús sobre la ciudad de Ávila


Éxtasis de santa Teresa de Jesús y el ángel, de Martín Ruizanglada



Reproducción de celda carmelitana, en Con los ojos del alma



¡Oh Hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir, dolor hacéis,
y sin dolor, deshacéis
el amor de las criaturas.


Así, exultante de amor como una joven que contempla arrobada a su enamorado y le regala versos; así, como quien no puede describir la belleza que ven sus ojos y considera que toda creación palidece al compararse con su Creador, se dirigía Teresa de Jesús a Jesucristo en uno de sus célebres poemas.

No fue un éxtasis transitorio lo que la llevó a componerlo: en sus obras en prosa y en verso, son numerosísimas las veces que la Santa se dirige a Dios hablándole directamente y ponderando la enorme belleza del rostro de Cristo, que ella percibía en sus ratos de oración mental, en su tiempo ante el Santísimo, en sus meditaciones del Evangelio y, sobre todo, en sus trances místicos, en los que Jesús se le mostró «en su Divina humanidad».

Quizás por esa forma tan gráfica de expresarse y de referirse a la Belleza con mayúsculas, han sido miles los artistas de todo el mundo que, desde hace cinco siglos, se han acercado a la Santa para contribuir a ilustrar su vida, sus palabras, su entorno y su fe. Y que, además, han contribuido desde sus diferentes disciplinas a fomentar la devoción a Teresa de Jesús, diseminando por iglesias, conventos y bibliotecas tallas, cuadros, piezas de orfebrería, grabados, reliquias y relicarios que evocan a la gran reformadora de la Orden carmelitana.